Jardim das Piranhas


     Glauber Rocha, «O Dragão da Maldade contra o Santo Guerreiro», 1969.

Al entrar en el local, el vigilante sentado en una mesa se me quedó mirando fijamente, y yo a él. Mi primera sensación fue de desconcierto: El mismo local albergaba dos negociados distintos: El correspondiente a la Seguridad Social, estatal, y el Servicio de Empleo, transferido a la Comunidad Autónoma. Con ciertas vacilaciones, opté por situarme en un punto intermedio, bien a la vista de todo el mundo. Entre funcionarios y público superaban holgadamente las 50 personas.
Supongo que lo que más les llamaba la atención —y el motivo por el que me contemplaban con una mezcla de curiosidad y horror— era el sombrero, ya que el resto de mi atuendo era de lo más convencional. Pero mi sombrero era el de grueso cuero, de ala igualmente gruesa y triple cordón de ajuste, el sombrero que compré hace ya mucho tiempo en São Raimundo Nonato.
Entonces, con voz alta, temblorosa al principio por la emoción, y clara y rotunda al final, recité de forma lenta, con deliberación en cada palabra, el discurso de Coirana en la plaza de Jardim das Piranhas:
«Tenho mais de mil cobrança pra fazer,
mas se eu falar de todas a terra vai estremecer.


Quero só cobrar as preferida
do testamento de Lampião.
Quem é homem vira mulher,
quem é mulher pede perdão.


Prisioneiro vai ficar livre,
carcereiro vai pra cadeia.
Mulher dama casa na igreja
com véu de noiva na Lua cheia.


Quero dinheiro pra minha miséria,
quero comida pro meu povo,

se não atenderem meu pedido
vou vortar aqui de novo.»


El vigilante de seguridad, atrapado por la fuerza dramática del momento, y mostrándose increiblemente a la altura de la situación, me respondió:

«Tu é verdade ou é assombração?
Diga logo, cabra da peste!
Eu de minha parte não acredito
nesse roupa que tu veste.»


A lo que le respondí, sin arredrarme:
«Primeiro diga você
seu nome, fantasiado.
Quem abre assim a boca
fica logo condenado».


Y él me espetó, justo antes de que entraran los del 091, sin duda alertados por alguna alarma oculta:

«Pois aprepare seus ouvido e ouça.
Meu nome é Antônio das Morte,
pra espanto da covardia
e desgraça da sua sorte.


Mas uma coisa eu digo:
no território brasileiro,

nem no Céu nem no Inferno,
tem lugar pra cangaceiro».


Pero aún tuve tiempo de increparle antes de ser detenido:

«Se aprepara, gente! Se aprepara que agora vai ter o duelo
do Dragão da Maldade contra o Santo Guerreiro!
Se aprepara! De Corisco a Lampião não fica mais alma penada no inferno!

Se aprepara gente! que agora vou acabar com sua raça, Antonio das Morte!
Vou acabar, vou acabar! Venha, venha! Tou lhe esperando com o aço,
Antonio das Morte! Venha, macaco!»
  (*)


***
Cargos: Alteración del orden en oficina pública.
Veredicto: Culpable.
(El abogado argumenta que no se produjeron lesiones a personas ni daños a las propiedades: La mera turbación de la paz social no es delictiva de no producirse las consecuencias nocivas mencionadas. Pero el juez sí reconoce la existencia de dolo específico: intención de alterar el orden. Además califica la alteración del orden de "grave").
Cargos: Amenazas.
Veredicto: Inocente.
(El abogado aduce que no hubo amenaza dirigida contra personas específicas, sino una forma de imprecación genérica y poco creíble, ya que "la conminación radica en la exteriorización del anuncio de un comportamiento susceptible de privar de sosiego y tranquilidad al amenazado… debiendo contener un elemento de seriedad y credibilidad que haga que el sujeto pasivo deba temer con cierto fundamento que el mal enunciado pueda producirse…" (S.T.S. 2.ª S 18 noviembre 1994)).
(Así, el hecho juzgado bien pudiera tratarse como una figura de lenguaje —hipérbole— una amenaza meramente simbólica, o incluso una representación dramática calificable como performance o acto teatral).
Cargos: Injurias a funcionarios públicos.
Veredicto: Inocente.
(El abogado indica que el hecho delictivo no tuvo lugar: No hubo injurias a funcionarios públicos, ya que las manifestaciones del acusado, en forma y contenido, entrarían más bien en la definición de reclamación, queja o protesta, y no de imputación a funcionarios de actos impropios de cualquier clase).

(Los epítetos fantasiado y macaco que el acusado dirige al vigilante se pueden considerar enfáticos, pero no necesariamente ofensivos. Mucho peor parece —sin ser materia juzgada— la expresión cabra da peste que el vigilante a su vez, lanza en otro momento contra el acusado).
 ***
Condena:
Arresto de 24 fines de semana. Posteriormente conmutada a 15 días de trabajos en beneficio de la comunidad. Inhabilitación de 3 meses para cargos públicos.
(En los considerandos se menciona la ausencia de reincidencia, así como la no aplicabilidad del artículo 631, ya que el perrillo que acompañaba al acusado, ni era de su propiedad, ni los testigos acreditaron su peligrosidad, por lo que no procede calificar al acusado de "dueño o encargado de la custodia de animales feroces o dañinos", como indica el citado artículo).
---------------------------------
(*)  Desafío de Coirana a Antonio das Mortes, citado del guión de «O Dragão da Maldade contra o Santo Guerreiro», Glauber Rocha, 1969.

No hay comentarios:

Publicar un comentario