Fui muro



Fui un muro en el pasado.

Un labriego trajo y juntó con paciencia las piedras que me forman. Mi misión no era separar dos espacios. Ni cortar el paso: Cualquier persona, y no digamos cualquier animal del monte me hubiese cruzado sin dificultad. Mi misión era sujetar la tierra de un campo de cerezos plantados en una ladera.

Era un muro bajo pero de bloques bien ajustados, formando un arco amplio, mirando al sur.

Pasó el tiempo. El labriego se fue. Los cerezos echaban cada vez menos hojas. Sus frutos eran escasos y pequeños. Algun árbol llegó a secarse. Un año y otro y otro. Los chaparrones de Abril y las tormentas del otoño arrastraban por entre mis piedras la tierra del campo de cerezos. Y las piedras se fueron aflojando y cayendo al campo de abajo.

No me abatió la lluvia, fue el olvido.

Larus delawarensis



(En 1981 un grupo de 55 gaviotas de la especie Larus delawarensis, residentes habituales de las costas de Norteamérica, aparecieron en las Islas Británicas. Quizá las tormentas les sorprendieron durante su migración invernal al sur y fueron arrastradas mar adentro, a través del Atlántico; quizá consiguieron llegar hasta Europa volando (aunque raro, puede suceder); quizá las aves exhaustas se posaron en un barco que las trajo hasta el Viejo Continente.

Sea como fuere, sobrevivieron y, al año siguiente, cuando llegó el otoño, su instinto de orientación las condujo al sur, yendo a parar a la Cornisa Cantábrica, donde suelen verse en los meses de invierno. Han prosperado hasta el punto de que en 2005 dejaron de considerarse especie exótica en la Península Ibérica, y recientemente, en 2012 se han visto ejemplares en dispersión en el Delta del Ebro).

Aves arrastradas por las tormentas, aves perdidas lejos de casa, ¿Puede esta playa donde nos han arrojado convertirse en un nuevo hogar? ¿Hay un futuro en el pais donde nunca sale el sol?

«My dreams with the seagulls fly
Out of reach out of cry»

Overtime


Jules Eugène Lenepveu, Jeanne d'Arc en armure devant Orléans.
  
Todo ha terminado. Exhaustos, nos miramos unos a otros, deseando que señalen ya el final del partido, retirarnos, olvidarlo todo. Entonces, un auxiliar, desde la banda del campo muestra un cartel electrónico que dibuja un "3". Tres minutos de tiempo de descuento. ¿Podemos hacer algo en tres minutos? ¿Podemos salvarnos del desastre en tres minutos? Habrá que intentarlo. Habrá que hacer como si fuera posible, sacar fuerza de donde nada queda ya; continuar, continuar ciegamente. Todo se ha perdido, pero tenemos que seguir como si un milagro fuera posible, convencernos de que algo mágico podría aun ocurrir y, en el otro lado del espejo, invertir nuestro destino y llevarnos a la gloria.

Levanta tu estandarte blanco, Doncella de Orléans. Los guerreros abatidos, sangrando por todas sus heridas, se arrastrarán sobre el barro, se levantarán, apoyándose en sus espadas, se levantarán, de entre los cadáveres de sus hermanos de armas.

Levanta tu estandarte blanco, Doncella de Orléans, y todos los caballeros te seguirán a la batalla.

Tres minutos de descuento.