Heaviside Layer




Up up up, past the Russell Hotel.
Up up up up, to the Heaviside Layer
. (*)



Hace años, cuando era más joven y menos escéptico, tenía la costumbre de escuchar la radio por la noche, a oscuras, antes de quedarme dormido.

Eran los tiempos en que muchas emisoras usaban aún ondas de radio de longitud media. La onda media tenía peor calidad de sonido que la FM, pero permitía transmisiones a mayor distancia. Otro inconveniente de la onda media era el fading: el sonido es a ratos normal, y a ratos se atenúa hasta desaparecer, va y viene en intervalos de varios minutos. Pero para mí, el fading añadía un encanto especial a los sonidos, una sensación de lejanía, como si vinieran de la otra parte del mundo.

La transmisión a larga distancia es posible por la reflexión de las ondas de radio de longitud media en una capa de la ionosfera, conocida como Capa de Heaviside, aunque este fenómeno sólo ocurre de noche, ya que la luz solar disminuye la reflectividad.

En una de aquellas emisoras, encontrada por azar, una locutora que decía llamarse Eva, presentaba un programa de música clásica. Fue allí donde mi afición por la música —por aquel entonces gustaba de impresionistas franceses y nacionalistas rusos— se concentró en los románticos.

Es difícil describir las cualidades de una voz. De una voz femenina. De una voz femenina en medio de la oscuridad de la noche. Mi fidelidad se mantuvo todo aquel invierno y la primavera que le siguió. Pero a principios del verano nos trasladamos y muchas cosas cambiaron: el color del paisaje; el clima asfixiante; un idioma de extraño acento; mis ataques de asma, que desaparecieron súbitamente; el colegio que se convirtió en una sucesión de rutinas inacabables. Y lo más terrible: la emisora de Eva que ya no se oía.

Obviamente, algo pasaba en mi nuevo hogar con la Capa de Heaviside, algo catastrófico que no podía entender. Y cuando tiempo después, desde otro lugar, intenté volver a encontrar la emisora, ésta ya había dejado de transmitir.

Y ahora, pasados los años, a veces, sólo a veces, escucho el conciero para violín en Mi menor de Mendelssohn, y recuerdo. Recuerdo mis ataques de asma y el sabor amargo del inhalador que usaba para aliviar el ahogo; recuerdo las mañanas que seguían a aquellas noches; recuerdo la voz de Eva, yendo y viniendo, agitada por el fading, acercándose, alejándose, como olas en una playa de guijarros, chocando una y otra vez contra la Capa de Heaviside; y recuerdo su mirada. (¿su mirada?).


When the dawn comes
Tonight will be a memory too
(**)


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(*) Andrew Lloyd Webber, Cats, The Journey To The Heaviside Layer.
(**) Trevor Nunn, Cats, Memory.