Olvido



Il m’écrivait: «J’aurai passé ma vie à m’interroger sur la fonction du souvenir, qui n’est pas le contraire de l’oubli, plutôt son envers. On ne se souvient pas, on récrit la mémoire comme on récrit l’histoire.»

(Chris Marker, Sans soleil, 1983)

To put it in an extreme way, if we are all rewriting our memories every time we recall an event, the memory exists not as a file in our brain but only as the most recent rewrite of a scenario… My conclusion is that memory is what you are now. Not in pictures, not in recordings. Your memory is who you are now.

(Daniela Schiller, NYU. Citada por Stephen S. Hall, MIT Technology Review, June 17, 2013)

***

Somos lo que recordamos. Somos lo que los demás recuerdan de nosotros. Nuestra existencia no tiene sustancia real, es sólo el poso de nuestras singularidades, de nuestro discurrir por el mundo, de nuestras pequeñas anécdotas en la memoria de los demás o en la nuestra propia. Tan pronto como nuestros recuerdos (o los de los otros) se desvanecen, dejamos de existir. Tras unas pocas generaciones, si no hemos sido personajes de alguna notoriedad —que es lo más frecuente— pasamos al olvido, al universo de las palabras no dichas, de los seres no nacidos, de los caminos no recorridos. Y descubrir que nos han olvidado nos hiere, porque significa que hemos perdido una parte de nuestra realidad.

No me olvides. Recuérdame aunque sea sólo como anécdota; aunque sea sólo una vaga remembranza del pasado, sólo una imagen deforme y borrosa. No me olvides. Soy, dependo de tu recuerdo.

Yo sí te recuerdo.

5 comentarios:

  1. Sus letras me han hecho recordar el comienzo de un cuento de Borges (El Aleph), cuando, tras la muerte de una estimada mujer, se dice aquello de... «noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita.»
    Es muy fácil que el mundo nos deje de recordar. Y duele si son los que fueron amigos quienes lo hacen. Siente uno vértigo ante ese abismo de olvido. Parece ser, no obstante, que es así, que la realidad de nuestra existencia se compone únicamente de eso, de la memoria de lo vivido (la nuestra y la de los otros). Pero, aún así, me resisto a esa patética dependencia del recuerdo de otros. Creo que la vida debe bastarse a sí misma, que la mente y el corazón deben estar lo bastante llenos de sí mismos como para no depender del recuerdo de otro. Lo contrario nos remite a una pobreza triste que no tiene luz propia. Si hemos de depender de la memoria de otra persona, es porque lo vivido no tiene en nosotros la suficiente fuerza.
    Todos hemos probado —en mayor o menor medida— el amargo sabor de la soledad, el siempre inesperado frío de la ausencia. Si alguien a quien queremos nos deja de recordar puede que perdamos, en efecto, una parte de nuestra realidad, y nos volvamos un poco como sombras... Pero es entonces cuando la fuerza de nuestro propio recuerdo debe brillar más. Si aquello mereció en verdad la pena y fue valioso, debe ser suficiente para seguir sintiéndolo, para que continúe vivo y nos acompañe.
    No quiero parecer con esto como pretencioso o demasiado ingenuo. Pero es así como me gusta verlo, y como lo intento. No siempre, pero muchas veces funciona. El texto de Borges continúa así: «Cambiará el universo pero yo no, pensé con melancólica vanidad...» Pero no; puede que suene melancólico, pero no es vanidoso ni es en vano. Si uno sabe recordar con agradecida intensidad lo vivido, esto no dependerá del eventual olvido de la otra persona. Tendrá un valor por sí mismo. Será, por siempre, un tesoro que nos pertenece.
    Pero, claro, mucho mejor si nos recuerdan. Entonces es cuando el círculo se completa, y el espejo nos devuelve la mejor imagen. Lo cual no contradice lo que acabo de escribir.

    Un saludo, *Entangled*, y gracias por tus palabras, que me tocan de cerca.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. >> "Si aquello mereció en verdad la pena y fue valioso, debe ser suficiente para seguir sintiéndolo, para que continúe vivo y nos acompañe."

      Y sin embargo sigo pensando que en gran parte, nuestro yo sólo se define por el hecho de que los demás reconozcan nuestra existencia. Lo que llamamos nuestra personalidad no es más que un intento de presentar una imagen coherente ante los demás, y mantener una cierta continuidad en el tiempo de nuestras vivencias.

      Es preciso recordar que nuestro concepto de nosotros mismos, y el que los demás tengan de nosotros, es en realidad un conjunto de corrientes eléctricas atravesando nuestras neuronas. Es todo lo que tenemos, lo que la evolución nos ha dejado como recurso para tratar de seguir vivos. Pero todo está dentro de nuestras cabezas: Fuera no hay nada. Cuando dejamos de existir, el mundo se extingue. En sentido estricto, la realidad está formada por las ideas flotando en las mentes del conjunto de las personas vivas en cada momento. Y lo malo es que no lo dicen los filósofos platónicos, sino los neurólogos contemporáneos.

      Podemos intentar hacer de ello algo valioso, darle un sentido. Quizá es lo más noble que podamos hacer. Quizá es lo único que podemos hacer.

      Saludos y gracias por el comentario.

      Eliminar
  2. Si modificamos los recuerdos según quiénes somos en cada momento, y si nosotros mismos somos recuerdos, ¿qué hay cierto, qué hay real? Y yo que creía en mis recuerdos...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Puedes seguir creyendo en tus recuerdos, sin olvidar que no son un archivo veraz de tu pasado, son sólo un mecanismo desarrollado por la evolución para la supervivencia de nuestra especie.

      Que sean reales o no, no es lo importante. En palabras de Wittgenstein, "Si todo funciona como si un signo tuviese un
      significado, entonces tiene un significado". (Tractatus 3.328)

      Saludos.

      Eliminar
  3. Gracias. Aprovecho para dejarte una cita de Marcel Proust. Al leerla he recordado tu texto: "El recuerdo de las cosas pasadas no es necesariamente el recuerdo de las cosas tal y como fueron."

    Saludos.

    ResponderEliminar